miércoles, 24 de octubre de 2012

Puma
Felis concolor Clasificación:
Orden: Carnivora
Familia: Felidae
Género: Puma (también se utiliza Felis)
Nombre científico: Puma concolor
Suespecies: en la Argentina hay siete subespecies. Estas son P. concolor capricornensis, P. concolor pearsoni, P. concolor acrocodia, P. concolor cabrerae, P. concolor araucana, P. concolor puma, P. concolor hudsoni.
Estatus
Nacional: RB pv. (Riesgo bajo, potencialmente vulnerable [ SAREM, 2000] ).
Internacional: Near threatened (NT). Casi amenzado. Con esta categoría figura en la lista de la UICN del 2006, pero la evaluación se efectuó en el 2002. Ocupa el Apéndice II de la CITES.
Otros nombre comunes
puma (quichua), león, león americano, leoncito bayo, susuarana, onça parda u onça vermelha (portugués), onza colorada, yaguá-pihtá o dyaguá – pihtá (guaraní), guasuára, trapial (mapuche) y muontain lion (inglés), entre algunos otros nombres que recibe según las regiones.
Caracteres externos
El puma es un animal de gran porte, esbelto, de larga cola, ágil y fuerte, aunque su tamaño – y también color- varía de acuerdo al área ocupada, siendo algo mayores los ejemplares, dentro de la Argentina, que habitan el sur. Las medidas se que se indican a continuación son las indicadas por Parera (2002):
Longitud de cuerpo, cabeza y cola: 140- 230 cm
Longitud cabeza y cuerpo: 85-150 cm
Largo de la cola: 45-85 cm
Longitud del pie: 19- 27 cm (dato que es útil al momento de identificar su rastro).
Peso adultos: 34-105 (excepcionalmente 120 kg.)
Fórmula dentaria, es decir, nos indica el número de dientes de cada categoría por media mandíbula superior (la primera cifra) e inferior (la segunda): 3/3 1/1 3/2 1/1 = 30 . Los terceros incisivos -tanto superiores como inferiores- son más fuertes que los demás; los caninos son muy robustos.
Otros caractéres: Posee la cabeza relativamente pequeña, el cráneo corto y redondeado, con anchos arcos cigomáticos. Las patas son fuertes y terminadas en cinco dedos las delanteras y cuatro las traseras. Cada dedo está provisto de una uña curvada y retráctil (CEAL, 1985).
Pelaje: En el adulto es prácticamente uniforme, sin franjas ni manchas. Es más pálido -a veces casi blanco- en el interior de la orejas, el mentón, los belfos y la porción ventral, y más oscuro -en ocasiones casi negro- en las comisuras de la boca, el extremo de la cola y el exterior de las orejas, generalmente con una zona transversal pálida (CEAL, 1985). La parte inferior de cuerpo, la barbilla y la zona entre los labios superiores y el rinario son blancos (Parera, 2002). La coloración general varía entre bayo claro a marrón algo oscuro, con matices grisáceos y rojizos. En las partes superiores del cuerpo los pelos son más oscuros en su extremo. La coloración suele presentar variaciones regionales como el P. concolor pearsoni – habita la región patagónica- que , además de ser los de mayor tamaño, posee pelaje más denso de color rojizo con matices de color rosado; la subespecie P. concolor capricornensis, que habita Misiones, presenta menor tamaño y una coloración rojiza definida y P. concolor acrocodia, de la región chaqueña austral, tiene un color leonado. Los cachorros presentan una serie de manchas y rayas irregulares de color parduzco o negro. Se conocen pocos casos de ejemplares albinos o melánicos.
Comportamiento
Es de hábitos más bien sedentarios, mostrando una constante territorialidad, que es señalada con pequeños chorros de orina y excrementos en árboles y prominencias que encuentra en el espacio que ocupa. Es solitario y, con mayor frecuencia, elige el crepúsculo y la noche para deambular, pese a que hay zonas donde despliega también actividad diurna. Parecería que la presencia del hombre influye es esta forma de vida.
También es muy cambiante, según las zonas, el territorio sobre el que se expande, que muchas veces, total o parcialmente, se superpone con el de algunas hembras. Según señala Parera (op. cit.), en Idaho (USA), los machos utilizan áreas de más de 450 km2 y las hembras 170 a 375 km2. En el sur de Chile, ambos sexos pueden abarcar territorios de 56 km2 en promedio, mientras que en distintos sectores del Pantanal (Brasil), una hembra adulta ocupó 60 km2 (Miranda) y un macho adulto 32 km2 en Acurizal. Los territorios son, generalmente, respetados por sus congéneres y los machos evitan encontrarse, dejando ver en esta actitud una marcada insociabilidad (Rodríguez de la Fuente, 1983).
En la caza utiliza más el acecho que la búsqueda de la presa, aunque en el territorio argentino, para la caza de los camélidos, recurre frecuentemente a veloces carreras. Si bien evita el encuentro con el hombre, hubo casos de excepción en lo que éste último fue su victima, con muy pocos casos conocidos en la Argentina y en Norteamérica, donde se registraron una decena de casos en cien años (Parera, 2002). Para refugiarse utiliza pajonales, cavidades en paredes de cerros o en lo alto de la copa de un árbol, dependiendo del tipo de ambiente en que se encuentre. Aunque el puma tiene cierta aversión a mojarse, es diestro para nadar y puede arrojarse al agua tanto para eludir a sus perseguidores como para alcanzar una presa.
Como todo carnívoro, su alimentación se sustenta con el producto de la caza. Habitualmente usa el acecho pero no excluye el aproximarse agazapado y oculto entre la vegetación hasta llegar a un punto en que, gracias a su gran velocidad de salida, tenga la posibilidad de atrapar a la presa. Su agilidad es tanta, que puede cazar monos saltando de rama en rama o arrojarse de alturas superiores a los quince metros (Cinti, 1997). Por otra parte, Cabrera y Yepes atestiguan el caso de un puma que para alcanzar un venado dio un salto en largo de doce metros.
Consume desde pequeños roedores y gekos hasta grandes herbívoros como el guanaco (Lama guanicoe), el guazuncho (Mazama gouazoubira), otrora lo fue el venado de las pampas (Ozotoceros bezcarticus) y, en las selvas subtropicales de la Argentina consume armadillos (Dasypididae), pecaríes (Tayassuidae), agutíes (Dasyprocta spp.) pacas (Cuniculus paca), corzuelas (Mazama spp.) y gran diversidad de roedores, marsupiales y reptiles (Parera, 2002). En zonas de pastizales las presas predilectas son el ñandú (Rhea americana), otras aves terrestres como los inambúes, la vizcacha (Lagostomus maximus) y el mencionado venado de las pampas. En las estepa patagónica la mara (Dolichotis patagona), la exótica liebre europea (Lepus europaeus), el choique (Pteronema pennata) y las diversas especies de peludos y armadillos son las principales fuentes de su alimentación. En esta región consume también las ovejas, matando más de una, lo que le valió la persecución, a veces injustificada, por parte de los ganaderos de la región. Hacia la cordillera de la región patagónica incorpora a su dieta al pudú (Pudu pudu) y al huemul (Hippocamelus bisulcus). En los andes del centro y norte aparece una nueva presa que es la vicuña (Vicugna vicugna), hoy con poblaciones importantes. El puma puede alimentarse de un mismo cadáver durante varios días (Parera, 2002). En el norte de Santa Fe existe una estrecha relación predador-presa, entre el puma y el guazuncho, a tal punto que donde veamos a este cérvido seguramente veremos pumas (Moggia, 1996).
La matanza de más animales de los que consume, en el caso puntual de las ovejas, algunos autores conjeturan que podría deberse a la gran apetencia por beber la sangre de sus víctimas, gusto que es observado con notoriedad en todas las circunstancias.
Entre los adversarios del puma, además del hombre, el más probado quizá sea el perro, al que no duda en atacar si se trata de una ejemplar solo, pero su conducta varía totalmente enfrentado con una jauría. En ese caso, se percibe su gran temor y tratando de escapar puede llegar a correr durante medio día sin que le den alcance y en caso de verse acosado, trepa sobre árboles y desde allí contempla a la jauría que ladra y muestra su ferocidad.
Respecto a la reproducción se transcribe un párrafo de “Fauna Argentina” del Centro Editor de América Latina: “ El puma llega a la madurez sexual a los dos o tres años, y aunque puede reproducirse en cualquier estación, lo hace preferentemente en el otoño o en el invierno. Cuando la hembra entra en celo recorre el territorio dejando por orinado y defecación su olor en los montículos hechos por los machos. Al sentir el olor de la hembra en celo, cuatro o cinco machos pueden perseguirla, y pelean entre ellos. El ejemplar victorioso copula primero y luego lo hacen los demás. Sólo en el momento de la cópula el macho grita: es un sonido fuerte, agudo y prolongado; la consumación puede durar todo el día.” Una vez producido el apareamiento, la hembra rechaza enérgicamente al macho (Parera, op.cit.) y la crianza de los cachorros queda a cargo de la madre. Luego de unos tres meses de gestación, la hembra da a luz una camada que varía entre una y seis crías – muy comúnmente tres- pesando alrededor de 400 gr. cada una y son amamantadas durante unas cinco semanas. Los cachorros permanecen con su madre algo más de doce meses, período en el cual los alimenta con el producto de su caza y los adiestra para este menester con especial dedicación, llevando consigo a un cachorro por vez para mostrarle la forma de obtener sus presas.
Hábitat
El puma muestra una gran versatilidad para adaptarse a distintos ambientes tales como selvas, zonas de montaña con cierta aridez, montes de tipo chaqueño, sabanas, zonas semidesérticas e incluso habría una subespecie que habita zonas salobres. En las regiones con elevaciones alcanza hasta los 4.000 m.s.n.m. o algo más y esta característica de habitar prácticamente cualquier tipo de ambientes es lo que explica la gran multiplicidad de subespecies que presenta en toda la región Neotropical y unas siete en el territorio argentino. En esto ha influido a la vez las condiciones ecológicas y la situación geográfica y las distintas razas se diferencian a veces por la coloración, pero más difieren por ciertos caracteres craneanos (Cabrera, 1961).
Distribución
Su área geográfica se extendía apenas hace un siglo, desde la Columbia Británica- provincia del oeste del Canadá- y Ontario y Québec en el este, hasta el Estrecho de Magallanes (Cabrera, 1961). En la actualidad sus poblaciones del Hemisferio Norte han mermado considerablemente. En la Argentina habitó también de norte a sur todo el territorio, pero en la actualmente desaparecieron las poblaciones de las provincias de Corrientes y Entre Ríos – salvo algunas citas de excepción-, del sur de Santa Fe y Córdoba y del norte y centro de Buenos Aires, es decir, de la región que se conoce como “pampa húmeda”, y también dejó de observárselo en la zona costera de las provincias patagónicas. En la República del Uruguay está extinto. En general podemos hablar de un repliegue hacia las zonas montañosas. El hábitat de las subespecies P. Concolor capricornensis y P. concolor hudsoni se encuentra en franco retroceso (Parera, op.cit.)
Situación de sus poblaciones
Por falta de censos, resulta difícil establecer el estado actual de las poblaciones de pumas. Sin embargo, en líneas generales puede decirse que el puma se halla en un sostenido retroceso numérico ante la presión del hombre y el creciente uso de la tierra. Si bien se lo considera con estatus de Riesgo bajo, se aclara a su vez, que es potencialmente vulnerable (UICN). Muchos problemas comprometen la conservación del Puma concolor; uno es la ya mencionada persecución que sufre en la Patagonia por sus hábito de incursionar en los rebaños de ovejas y matar animales en forma excesiva; a su vez es predador de especies que están seriamente amenazadas - potencialmente de muchas de ellas si se tiene en cuenta que está, junto al yaguareté, en la cima de la cadena alimenticia y se expande por gran parte del territorio- , situación que lo coloca en una posición respecto a su conservación, no fácil de resolver.
Hace cerca de diez años atrás, en la Patagonia se había intentado poner a las ovejas más viejas – las presas más fáciles- un collar que contenía un veneno que daba muerte al ejemplar cebado con ese tipo de alimento y no afectaba a los que no actuaba se esa manera, es decir, sobre los no cebados. Pero el resultado fue incierto. En relación a su preservación, aún están vigentes las palabras de Chebez (1994): “La especie aún es considerada plaga en algunas provincias donde se permite la caza libre”, y luego agrega, “tratándose de un superpredador de amplios requerimientos territoriales, su situación debe ser estudiada con cuidado sin caer en generalizaciones que pongan en riesgo su existencia”.

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